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Bucear en mi vínculo con Selene es como caer en nubes cálidas. Es una sensación extraña entrar en un espacio mental, pero ella me atrae naturalmente, su pericia en este espacio supera con creces la mía.
Es como si mi cuerpo estuviera separado ahora, casi un recuerdo lejano.
No puedo sentir el aire en mi piel. No puedo sentir el suelo en el que estoy sentada. Incluso el peso del cuerpo de Selene contra el mío ha desaparecido.
No hay olor aquí.
Tampoco es exacto describir este lugar como oscuridad.
Es solo—vacío.
Este no es un lugar de sentidos físicos, sino algo más. Una energía de la mente, con su propia corriente que fluye y refluye.
A medida que me sumerjo más profundamente, la comodidad inicial da paso a un torbellino de emociones tan intensas, tan crudas, que casi me pierdo en ellas. Es como si me estuviera ahogando en un mar de sentimientos que no son del todo míos, pero que resuenan dentro de mí a un nivel primordial.