La presencia del Grimorio dentro de mí no se inmuta tras sus revelaciones de la mañana. Juro que hasta su forma de libro parece alegre, allí sentado en la mesa.
—Pareces preocupada —dice Selene, sonando distraída.
—Lo estoy. Todavía no estoy de acuerdo con el Grimorio.
—¿Sobre la invocación?
—Sí. ¿No lo sabrías si fueras invocada?
—Supongo —Selene se queda callada un momento, antes de preguntar—. ¿Qué piensa Lucas al respecto?
—Lucas.
Está de pie junto a la ventana, observando la ligera lluvia rociar nuestro mundo. El suave golpeteo de las gotas en el cristal es el único sonido fuera de mi voz. La Hermana Miriam y Vester se fueron hace un rato, dejándonos contemplar nuestro próximo movimiento. Lucas no ha hablado desde que se fueron, sus pensamientos tan opacos como el cielo nublado afuera.
—No lo sé.
Parece ambivalente a la idea de invocar a su lobo, pero no puedo culparlo.