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Lisa
La mirada de Kellan me deja inquieta. Ha sido intensa desde nuestra reunión.
Estoy agradecida por el espacio que me ha dado—esto de ser compañeros destinados es como ser golpeada por un tren de carga sin control—pero hay un montón de pequeñeces que siguen poniendo sus sentimientos en primer plano, haciéndolo imposible de ignorar.
Como la forma en que me toca un poco demasiado a menudo.
Cómo observa cada uno de mis movimientos.
No me ha vuelto a besar, pero eso no hace que la situación actual sea menos incómoda.
—¿No puedes dormir? —pregunta, como si el hecho de compartir cama y que él estuviera acostado de lado mirándome durante la última hora de alguna manera favoreciera que me quedara dormida.
—No. —La palabra sale con un poco más de descaro de lo que pretendo, pero, ¡maldita sea!, ¿tiene que mirarme así?
—Oh.
Y de nuevo, un incómodo silencio.