—Ava —alguien está empujándome suavemente el hombro y yo me quejo, todo mi cuerpo adolorido. Ah, cierto, Lucas... fue un animal anoche.
—Ava —¿qué? —ahora que estoy medio despierta, su voz se registra en mi cerebro. Giro la cabeza para entrecerrar los ojos a través de una maraña de cabello. Necesito una ducha. Y un cepillo. Y, como, cinco tazas de café.
—La hermana Miriam está aquí —hermana Miri—ah.
Me siento bruscamente, claramente sobresaltando a Lucas. Él salta desde el borde de la cama, manos en el aire mientras me mira cautelosamente, como si estuviera a punto de morder.
—Lo siento. Ya estoy despierta —ya veo —bajando sus manos, él añade:
— No me advertiste que eres tan gruñona cuando duermes.
¿Gruñona? ¿Yo?
—Te mordiste cuando él intentó despertarte más temprano, y le pateaste cuando trató de cubrirte con una manta —las palabras útiles y excesivamente alegres de Selene me hacen palpitar la cabeza.