Respiro agitadamente al contacto, sintiendo cada firme contorno de su cuerpo contra el mío. El vínculo en mi pecho palpita de alegría, cantando al reconectarse. Se siente bien, como volver a casa después de un largo viaje.
Lucas aprovecha mis labios entreabiertos, su lengua se introduce en mi boca. El sabor de él explota en mi lengua. Gimo, incapaz de reprimir el sonido del puro placer.
Nuestro beso se vuelve más frenético, más desesperado. Es como si ambos intentáramos recuperar el tiempo perdido, reclamar lo que nos fue arrebatado. Mis dedos se enredan en su cabello, tirando ligeramente. Él responde con un gruñido bajo que envía escalofríos por mi espina dorsal.
Vagamente consciente de que estamos en una habitación de hospital, que cualquiera podría entrar en cualquier momento. Pero no puedo conseguir que me importe. Todo lo que importa es Lucas, sus manos en mi cuerpo, sus labios contra los míos.