Lucas hace un gesto hacia sus brazos y piernas con una sonrisa irónica. —Supongo que mi curación regresó con venganza.
Eso es quedarse corto.
Mi corazón late fuerte mientras me apuro unos pasos hacia adelante, deteniéndome al pie de la cama mientras lo contemplo.
Vivo. Bien. Curado.
El fuerte alfa que recuerdo, incluso si él ya no me recuerda.
—¿Puedo... estaría bien si te examino? —Toda la confianza que proyecté ante aquella recepcionista ha desaparecido, y estoy tímida frente a mi compañero, este hombre con mi corazón en sus manos.
Me sorprende al levantarse junto a la cama, una risa baja agita mi corazón y ductos lagrimales en producción. Un giro lento, brazos en alto, como si se exhibiera.
Estable.
Seguro.
Ningún rastro de las heridas que lo habían dejado postrado en cama.
Los rasgos familiares de su rostro se suavizan con una sonrisa torcida que aprieta mi corazón. Me duele no tocarlo, asegurarme de que esto no es otro sueño que se evaporará como la niebla.