Despojándome de los pensamientos mórbidos que nublan mi mente, las imágenes de guerra y caos sobrenatural, respiro profundamente y cierro los ojos.
Concéntrate, Ava. Hay trabajo por hacer.
Concentrando en ese escurridizo hilo de conexión que puedo sentir en mi interior, es como un hilo de seda. Apenas visible, pero indudablemente presente.
Tiro de él suavemente, como si saludara a un viejo amigo. Sin respuesta.
Insisto, tratando de profundizar la conexión, maniobrando a tientas en este extraño espacio mental mágico. Es como buscar a tientas en la oscuridad, sin tener certeza de lo que busco.
El sonido de la respiración de Lisa y sus sutiles movimientos a unos pies de distancia amenazan con romper mi concentración, y es un esfuerzo dejar a un lado esas distracciones, sumergiéndome más en los recovecos de mi mente. El mundo a mi alrededor se desvanece, sustituido por una vasta vacuidad.
Entonces, estoy cayendo.