No puedo evitar reírme de la expresión horrorizada de Lisa. Sus ojos están muy abiertos, su boca colgando en una perfecta O de shock. Es una reacción tan típicamente Lisa que, por un momento, puedo casi olvidar todo por lo que hemos pasado.
Caemos en un silencio cómodo, del tipo que solo es posible entre mejores amigos. Se siente como en los viejos tiempos, antes de que vampiros y cambiaformas y compañeros complicaran todo. Cierro los ojos, saboreando el momento.
—Extraño a mis padres —la voz de Lisa, pequeña y frágil, quiebra la paz. Abro los ojos de golpe para encontrarla mirando sus manos, retorciéndolas en su regazo.
—Lo siento, Lisa. Los celulares no están funcionando ahora. No podemos
—Lo sé —suspira ella, con los hombros hundidos—. Solo desearía poder decirles que estoy bien. Deben estar enfermos de preocupación, seguro.
Estiro la mano, apretando la suya. No hay nada que pueda decir para hacer esto mejor, así que no lo intento.