—¿Ava?
Mis ojos se abren de golpe, el corazón me late a toda velocidad mientras me enderezo de un salto en el sillón. El rostro de Kellan entra en foco, sus cejas fruncidas con preocupación. Por un momento, estoy desorientada, los restos de un sueño se aferran a los bordes de mi conciencia.
—Yo... ¿qué pasó? —murmuro, frotándome los ojos. La cabaña se enfoca a mi alrededor, y recuerdo dónde estoy.
Me quedé dormida en el sillón mientras meditaba. Vaya.
Kellan se agacha a mi lado, su voz es baja.
—Te quedaste dormida aquí. ¿Estás bien?
El cuello me duele por la posición incómoda. Giro los hombros, intentando aliviar el dolor.
—¿Cuánto rato estuve fuera?
—Si te fuiste a dormir en cuanto salí, han pasado unas cuatro horas.
Supongo que está bien. La luz del día entra por las ventanas, así que salto de la silla con emoción.
—¿Podemos ver a Lucas?
Kellan levanta una mano.