```
La versión de entrenamiento del Magíster Orión me recuerda de alguna manera a la de Jericó, aunque él no me insulta ni me obliga a correr cantidades masivas de vueltas.
Es más como esta insistencia inexorable en que cree en mi capacidad, que me obliga a intentarlo, y a intentar de nuevo, una y otra vez, hasta que el sudor me recorre la cara y la espalda. Es peor que el entrenamiento físico porque es una agonía que descompone todo mi cuerpo desde dentro, pero es mejor porque puedo respirar sin sentir que mis pulmones se queman.
La voz del Magíster Orión fluye sobre mí, un bálsamo calmante para mis nervios deshechos. —Cierra los ojos, Ava Grey. Bloquea el mundo a tu alrededor. Deja que tu magia fluya por tus venas. —Sus instrucciones son las mismas que antes. Simples. Repetitivas. Calmas.