Un raro raspado me despierta en medio de la noche, cuando incluso la tenue luz de la ventana alta ha desaparecido.
Los sonidos son irregulares, nada rítmicos, lo que he llegado a aprender significa que hay o una persona o un animal detrás de ello.
Espero que no sea una rata.
Sentándome, esfuerzo mis oídos, más allá del retumbar de mi corazón contra mis costillas. Más sonidos extraños resuenan a mi alrededor. Un suave arrastre viene desde fuera del muro donde Marisol suele aparecer con mis escasas comidas. Retengo la respiración en mi garganta.
Aquella nota misteriosa viene a mi mente.
—¿Podrá ser? Después de todo este tiempo, ¿alguien finalmente ha venido por mí? —La esperanza fluye a través de mis venas, mareándome. Aprieto una mano contra mi pecho, intentando calmar mi acelerado corazón. Respiraciones lentas y profundas que expanden mis costillas y reducen mi ritmo cardíaco a un nivel que no me haga sentir aturdida por la carrera de sangre.