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—¿Viste eso? —le pregunto a Kellan, mi voz apenas por encima de un susurro.
—Él me mira, con el ceño fruncido y el cuerpo en alerta —¿Ver qué?
—Niego con la cabeza, sin estar muy segura de cómo explicar el extraño fenómeno —Nada. No importa.
Cuando salimos del coche, no puedo evitar echar un vistazo atrás, observando los seis guardias que siguen a nuestro paso. Su presencia debería ser reconfortante, un signo del compromiso de Lucas con mi seguridad, pero en lugar de eso solo sirve para aumentar mi inquietud.
Hay algo en el aire, una energía zumbante que me pone los dientes de punta y hace que mi piel se sienta demasiado tensa. Es como si el mundo contuviera la respiración, esperando a que algo suceda.