—Magia —gime lastimosamente, sus ojos lagrimeando—. Tanta magia. Es abrumadora.
—Miro de ella al libro y de vuelta, con la realización amaneciendo.
—¿Qué exactamente me ha dado la señora Elkins?
—De rodillas, recojo cuidadosamente el libro de nuevo, manejándolo con un nuevo sentido de reverencia y precaución. El símbolo en el frente parece brillar en la luz de la mañana temprano, casi como si me estuviera guiñando.
—Miro a Selene, aún acurrucada miserablemente en la esquina —No estoy seguro de que pueda averiguar esto por mi cuenta.
—De acuerdo —dice nasally, hurgándose el hocico—. Pero quizás... guardemos esa cosa por ahora, ¿vale? Antes de que me haga estornudar mi cerebro por la nariz.
—La imagen mental me hace reír, incluso mientras lo cierro, chasqueando el cierre con un clic firme —No seas tan dramática. Tu cerebro es demasiado grande para pasar por tus fosas nasales.
—No lo sabes. Nunca has visto mi cerebro.