—¿Pero qué demonios? —murmuro, dándole la vuelta al collar. Hay algo de sangre seca en la cadena, y está roto.
La sangre, estoy seguro, es mía.
Selene se acerca silenciosa, con las orejas bien levantadas. Esto es...
—Mi collar. Sí. ¿Cómo diablos acabó en mi maleta? Y eso que fue empacada en territorio de Westwood, pero perdí esto durante la pelea con Todd.
Su nariz se ensancha mientras lo huele. Es un mensaje.
—¿Un mensaje? ¿De quién?
Esa sensación esquiva de nuevo, mientras Selene evita una respuesta directa. De alguien que puede enseñarte.
—Selene, no vamos a empezar otra vez con esta mierda críptica. ¿De quién es este mensaje y cómo? De hecho, ¿cómo apareció en mi apartamento la primera vez?
Su bufido me irrita como nada más, y chillo, —Selene, esto no tiene gracia. Estoy harto de los secretos. Siempre esperas hasta muy tarde para decirme las cosas, y no es justo.
No siempre es una elección esconder cosas de ti —murmura—. Estoy atada por demasiadas cosas.