La estridente melodía retumba en mi teléfono, sobresaltándome casi hasta saltar de mi piel.
Las orejas de Selene se agitan mientras lo cojo, viendo el nombre de Lucas parpadear en la pantalla. Mariposas y temor nadan dentro de mí; mariposas, porque es Lucas. Temor, porque le estoy ocultando cosas otra vez.
—¿Hola?
—Te extraño.
Su saludo es tan propio de él, y mis labios se curvan inmediatamente. —Yo también te extraño.
—¿Estás bien? ¿Te duele alguna parte?
Por supuesto, sabe del disturbio. —Estoy bien. No me he herido para nada. Todos me mantuvieron segura.
Cuando él suspira, puedo imaginar su rostro, cómo sus cejas se fruncen mientras me inspecciona. —Ojalá no hubieras salido.
—Pero me defendí, ¿no? —Hay un poco de orgullo en mi voz por eso.
—Así escucho. Pero habría sido mejor que no corrieras peligro.