—Hermana Miriam no vuelve a hablar hasta que termino demasiada comida —dice finalmente, y yo aprovecho la oportunidad para finalmente obtener respuestas.
—Mi mejor amiga fue secuestrada en el ataque. Quiero saber dónde está. Necesito salvarla —Sus ojos se pierden en el vacío, y los hombres extraños regresan, recogiendo los platos y llevándoselos en silencio.
Los observo con curiosidad mientras se mueven. Sus rostros son inexpresivos, y son indiscutiblemente humanos, a pesar del extraño brillo de su piel —Esclavos —murmura Selene—. Servidores vinculados.
—¿Vinculados—a Hermana Miriam?
—Sí. Lo que arriesgaste cuando el vampiro te mordió —Me revuelve el estómago, amenazando con expulsar el contenido que acababa de engullir con poca gracia.
Los largos dedos de Hermana Miriam golpean la mesa en un ritmo pensativo —Uno no puede hablar una falsedad con comida fae en su vientre —Miro la mesa frente a mí, pero los platos han desaparecido, y sus sirvientes esclavos con ellos.