—¿Mariposas de aquí a aquí? —Lisa hace un gesto con la mano, abarcando todo su abdomen hasta justo debajo de sus pechos.
Asiento con la cabeza.
—¿Y tu cara hormiguea con el sonido de su voz?
Vuelvo a asentir.
—¿Las cosas suenan sexuales incluso cuando no lo son?
Me ruborizo.
—Sí. Oficialmente has entrado en territorio de coqueteo —Lisa agarra su hamburguesa, da un gran mordisco con un gruñido de agradecimiento. Después de tragar, la señala en mi dirección general—. Felicidades. Éste es tu primer enamoramiento.
—No es mi primer enamoramiento —murmuro. Había tenido unos cuantos niños en la clase... Niños que no eran malos o crueles, y que no se reían de mí.
Pero siempre terminaban con otras niñas. Apenas intercambiábamos holas, y ya me había imaginado escenarios entre nosotros. De irme de mi manada para vivir una vida humana, de renunciar a mi herencia de lobo.
Sueños tontos del día.
—El primer enamoramiento real, entonces —ella corrige.