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Me besa de nuevo, sus labios se mueven contra los míos con un hambre que me consume. Me pierdo en el sabor de él, en la sensación de su cuerpo presionado contra el mío.
—Ava —Selene advierte en mi mente, su voz un eco lejano—. Recuerda lo que necesitas.
Intento concentrarme en sus palabras, pero es difícil cuando Lucas me besa así, como si yo fuera lo único que importa en el mundo.
Sus manos se deslizan debajo de mi camisa, sus dedos callosos rozan mi piel sensible. Arqueo mi espalda ante su toque, un suave gemido se escapa de mis labios.
—Lucas —respiro, mi voz apenas reconocible para mis propios oídos—. Tenemos que parar.
Él se retira, sus ojos dorados ardiendo con deseo. —Lo sé. Lo siento. Simplemente no puedo controlarme contigo.
Pero sus manos siguen buscando, y yo sigo arqueándome ante su toque. Dedos ásperos bajan la copa de mi sostén, y su pulgar roza mi pezón.