Más tarde esa noche, como cualquier otra noche a esta hora, el cuarto de Leon resonaba con los sonidos sensuales de piel aplaudiéndose y líquidos escurriendo.
¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!
—¡Ah! ¡Ah!
Ahora ella se inclinaba hacia adelante y sostenía su peso con los codos mientras sus nalgas se alzaban, siendo saqueadas voluntariamente por detrás.
¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!
Su cara estaba ruborizada y su expresión lujuriosa al sentir el grande pene deslizarse adentro y afuera de ella.
Ya estaba un poco sudada y veía caer las gotas sobre las almohadas bajo ella.
¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf!
—Ja... ah~ —gemía una y otra vez mientras su cuerpo entero rebotaba con sus embestidas.
La mano de Leon encontró sus pechos y los apretó mientras sus caderas se movían. Él sostenía su propio peso con una mano contra la pared. Esto significaba que mucho de su peso entraba en su saqueo.
¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!