Observó a las dos mujeres sentadas en el sofá esperando su llegada. Cada mujer estaba impecablemente vestida, como siempre, y estaban tomando té y bocadillos al llegar.
Sin embargo, las dos dejaron de hablar en cuanto entraron, con sus afilados ojos siguiendo a ambos. Sobre todo a Tadeo, ya que se detuvo al entrar completamente por el vestíbulo, así que aún no veían del todo a Naia.
Para ser sincero, tampoco quería exponer a Naia a esta toxicidad.
A pesar de eso, sus ojos se fijaron específicamente en sus manos entrelazadas.
Hubo silencio en la habitación, y todo lo que oyeron fue el tictac del reloj de pie.
Tadeo frunció los labios. Cuando vio a Elias allí, tuvo la corazonada de que esta mujer acudiría. Por eso llamó a muchos guardias para bloquear a quien se acercara a ellos.
No esperaba, sin embargo, que su madre estuviera aquí. ¿No se suponía que iba al país de la nieve con su padre?