```
—Seguro que no fue solo una vez —dijo ella—. No había forma: Naia simplemente tenía una manera de llenarlo hasta que dolía, quisiera ella o no. Afortunadamente, se apuraron y lograron alcanzar la puesta de sol.
—Leon la cargaba mientras corrían y pausaron sus pasos ante la maravillosa vista de los cielos rojizos reflejados en las aguas tranquilas.
—Leon la bajó suavemente. Manos entrelazadas, se dirigieron hacia la orilla del río, que era realmente pacífica y tranquila en su mayoría —explicó—. Escogió a propósito un día entre semana para que casi no hubiera gente, a diferencia de los fines de semana cuando, según internet, habría familias jugando en este momento.