El movimiento era increíblemente escalofriante. Podían escuchar la carne por dentro desgarrándose y los huesos doblándose.
—¿Qué le pasa? —uno de los hombres se giró para preguntar a su compañero, la voz chillona, esperando que el otro supiera qué demonios estaba ocurriendo. Su esperanza se desvaneció rápidamente al ver que los ojos del otro hombre estaban completamente blancos, y su cuerpo se levantaba de formas torcidas.
—¿O-Oye! ¿Qué te pasa a ti? —gritó, pero el otro hombre giró su cabeza en un ángulo extraño hacia su dirección, enviando escalofríos por su espina dorsal. Como si respondiera, el hombre gruñó, mostrando los dientes.
—O-Oye!
Sin previo aviso, el hombre se abalanzó sobre él, y él estaba tan desconcertado que no pudo apartar a la extraña criatura de encima. La cosa se inclinó, hundiendo sus dientes en su carne, y solo entonces se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.