—¿Debería añadir otra recompensa? —Khalifa asintió y Hugo no dudó en devorar su boca. Él la empujó suavemente para que se recostara en su sofá y él se deslizó encima, añadiendo su peso sobre ella mientras degustaba sus labios con habilidad.
—Hmm... —ella gimoteó, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello mientras lentamente correspondía sus besos. Esto hizo que Hugo sonriera un poco mientras le lamía los labios, sus ásperas palmas lentamente viajando hacia lugares más inapropiados.
Khalifa jadeó cuando sintió sus manos bajo el dobladillo de su vestido, acariciando la piel de debajo.
A Hugo le encantaba tocarla así, y su palma viajó desde su muslo flexible hasta su trasero y pudo sentir el dobladillo de sus bragas, pidiendo ser quitadas.
Ella llevaba un vestido de noche cuando él decidió visitarla. Podría haber elegido mañana, pero se empeñó en verla hoy.
Hugo no soportaba dejarla sola; no podía soportar la idea de que ella pensara en otro hombre mientras yacía en su cama.
