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—Kaize intentó muchas veces meterse en sus pantalones. Sin excepción, todos fracasaron y él acabó humillado —. Se volvía cada vez más difícil ser sutil. Ya no podía dormir bien, ¡no hasta haberla probado!
—Lo intentó todo, desde darle comida, regalos y cosas así. Llegó al punto en que algunas personas comenzaron a notarlo. Las lenguas empezaron a moverse entonces, pero afortunadamente solo eran susurros y chismes sin confirmar. Por ahora —. De todos modos, todavía era bastante molesto.
—De todas formas, cuando ella lo llamó a la azotea después del trabajo, Kaize estaba eufórico. ¿Habría logrado finalmente su objetivo? —. Sin embargo, lo que recibió fue una bofetada.
—¡Bofetada! —¡Bastardo!—gritó ella—, y él parpadeó por el dolor punzante en su rostro, antes de mirarla.
—Sus gafas reflejaban demasiado sus ojos, pero de alguna manera, él aún podía sentir su mirada penetrante —. Y eso, jodidamente, lo estaba encendiendo.