Unos días después, dos helicópteros sobrevolaron la base del puerto y se dirigieron directamente a la isla. Llegaron desde diferentes direcciones, arribando más o menos al mismo tiempo.
Eran helicópteros bastante grandes y un poco amenazantes, acercándose rápidamente a la isla.
La presencia de tales máquinas gigantes desencadenó naturalmente el sistema de defensa. Esto hizo sonar alarmas estridentes por todo el lugar, haciendo que todos en la isla aumentaran sus defensas
—¡Alto! ¡Deténganse donde están o desataremos un fuego implacable!
—Vaya, esto me suena familiar —dijo Hugo, cruzándose de brazos. Tomó el visor y revisó el sistema, confirmando que era, de hecho, el de su familia.
Oye, él debería haber sabido que este era el lugar donde Kaize usaría el sistema que le compró.
En retrospectiva, recordó haber tenido curiosidad sobre dónde el pelirrojo lo estaba usando, pero no lo comprobó porque al final era demasiado perezoso.