Sigmund giró su cabeza e ignoró a ella, anotando en sus notas sobre lo que ella sabía.
No era que no se lo hubieran dicho antes, pero él se enfocaba principalmente en la existencia del virus.
Ver sus poderes y cómo los zombis podrían usar los suyos le intrigaba mucho.
—Dijiste que los zombis también mejorarían y algunos obtendrían poderes.
—Tiene sentido —dijo cuando ella asintió.
—Empezaré a analizar tu sangre pronto. Prepara muestras. Especialmente las tuyas —dijo, y dio la vibra de científico frío que erizó las plumas de Cauis, quien atrajo a Khalifa detrás de él.
—¡Te atreves! —exclamó con indignación.
—Cálmate Cayo —dijo ella—. Es solo un poco, por el bien mayor.
Las cejas de Cauis se fruncieron pero solo tomó su mano, y la llevó de vuelta al vestíbulo para que pudieran esperar a los demás, idealmente lejos de este monstruo.