—¿Así? —preguntó la doctora Khalifa, con la punta tocando un poco su entrada.
Ellos observaron cómo su rostro se sonrojaba, jadeando un poco, definitivamente sintiendo un poco de placer ahí.
—S-Sí —dijo Cauis, sin aliento—. El palo está destinado a estar ahí dentro...
Parpadeó, mirando su grueso miembro alineado con su entrada. —¿Entrará? —preguntó, como si realmente tuviera curiosidad.
—S-Sí —dijo Cauis—, será como si estuviera destinado a estar ahí.
—Ya... veo —dijo ella, y la doctora Khalifa frotó ingenuamente su raja sobre su punta rezumante, y ella se estremeció cuando le golpeó el clítoris.
—Hmm~ —gimió ella—. Se siente bien...
Cauis gimió mientras sus ojos se fijaban en sus miembros frotándose. —Se siente mejor cuando... entras.
Parpadeó, los ojos llenos de curiosidad, pero solo miró su conexión. —Bueno, la vagina de la mujer es de hecho flexible... —murmuró, como haciendo cálculos de si realmente encajaría.
Para los hombres, era una tortura maravillosa.