Los dos helicópteros se pusieron en acción, y las grandes elíseas comenzaron a girar. Pronto, el área se llenó con el ruido de las hélices, con fuertes vientos desordenando el cabello de todos.
El consejo fue a despedirlos, liderado por el General Smith.
Él sonrió, dándole una palmada en el hombro a Kylo. —Buena suerte —dijo—, que esta misión vaya bien.
—Gracias, señor —dijo Kylo con una sonrisa. Este hombre era básicamente su mentor, una figura paterna de cierta manera.
—Tendremos éxito y quizás podamos descubrir más sobre este virus y cómo tratarlo.
El general asintió. —Vaya con Dios, hijo. Vaya con Dios.
Sin más preámbulos, el equipo se separó hacia los dos helicópteros.
Los ojos dulces del General los observaban mientras partían, un destello agudo cruzó su mirada.
«Que encuentres a tu creador pronto, de hecho».
***
—Todo está bien, ¡cambio! —La radio sonó, señalando que todo estaba bien en el otro helicóptero.