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Khalifa se detuvo frente a Mira, cuyos ojos brillaban excitados.
Khalifa encontró sus ojos, y fingió mostrarse reacia de nuevo. Mientras levantaba sus manos sobre Mira, decidió dar otra advertencia. —Va a doler —dijo—. Te lo pregunto una vez más: ¿Estás segura de que quieres elegir la segunda opción? La primera es mucho más suave.
—No —dijo Mira, un poco grosera, pero se contuvo e inmediatamente se calmó, sacudiendo la cabeza—. Está bien, está bien.
—De acuerdo, después de esto no hay vuelta atrás.
—¡Sí, por favor comienza ya! —exclamó ella.
Qué grosera...
Khalifa se encogió de hombros y comenzó a invocar su poder.
Pronto, un etéreo resplandor azulado la rodeó y era como un gel fluido. Se veía magnífico y los dos hombres miraban fascinados.
Khalifa frunció el ceño cuando sintió que los ojos de Hilten la recorrían entera, y en cierto modo quería sacarle los ojos.