Kaize movió sus caderas lentamente y con sensualidad, teniendo en cuenta la lesión de Khalifa y también su resistencia.
Después de todo, una Khalifa excitada se cierra sobre las vergas con particular gusto cuando está así.
Clap… clap… clap…
Docenas y docenas de embestidas, y él mantuvo su ritmo, disfrutando del extremo placer que les proporcionaba su fricción.
Todo esto era observado por un mirón bronceado que comenzaba a impacientarse mientras esperaba.
Desde el ángulo de Hugo, todo lo que podía ver era cómo el cuerpo de Kaize cubría el de su mujer. Todo lo que podía ver de ella eran esos hermosos tobillos y lindos pies, temblando bajo las embestidas de otro hombre, retorciéndose de placer.
Hugo frunció el ceño y se movió para poder ver más de ella. Sus manos descansaban al lado de su cabeza, sus pechos deliciosamente temblando, suplicando ser agarrados y succionados.