—Robó algunos artículos de aseo no utilizados de la casa y corrió a cepillarse los dientes y frotarse muy minuciosamente.
—Se fregó cada rincón, asegurándose de estar chirriantemente limpio, haciendo todo lo posible para no contaminarla.
—Unos minutos después, regresó al cuarto jadeando y desnudo, tragando saliva, con los ojos fijos en la hermosa mujer desparramada en la cama, desesperada por sexo.
—Sin él, ella se retorcía inquieta, girándose, las manos buscando consuelo. Sus dedos ya se habían colado dentro de su hendidura, haciendo todo lo posible por deshacerse del calor. Se bombeaba más rápida y desesperadamente, como persiguiendo un alivio.
—Eso le excitaba y al mismo tiempo le rompía el corazón. No se atrevió a hacerla sufrir por mucho tiempo.
—Se arrastró sobre ella, su mano reemplazando la de ella, penetrando una vez más en sus cálidos y húmedos pliegues.