—Ha… ah… más… wuu… —suplicaba una y otra vez Khalifa, con su raja goteando jugos que deben saber muy dulces.
Sus manos mantenían sus piernas abiertas, y apretaban un poco sus hermosos pechos, creando una imagen aún más tentadora.
Él sintió su último hilo de autocontrol romperse, pero su gran cariño por ella le impidió saltar sobre ella sin ningún reparo.
Jadeando, introdujo sus dedos en ella otra vez, haciéndola gemir. —Solo... solo esto —le dijo, con la voz más ronca que nunca.
Ella hizo un puchero lastimero, sus ojos un poco llorosos. —Más...
—Maldita sea... —susurró él, y simplemente hizo que sus caricias fueran más salvajes, con la esperanza de que ella dejara de seducirlo más.
Chapoteo, chapoteo, chapoteo.
—Ahh... hmnnn... ha... ahh~ —Ella maulló, y sus penetrantes ojos azur la observaban mientras se retorcía bajo sus manos.
Con la mirada empañada, pensó que tal vez podría hacer... un poco más...