Hace diez años.
El niño de diez años Sid tocaba la guitarra en el cuarto de almacenaje como siempre lo había hecho, estornudando ocasionalmente por el polvo, cuando de repente la puerta se abrió.
—¡Hermano! ¡Hermano! —Una adorable niña un par de años menor corría hacia él con los ojos rojos. Sostenía una carta en su mano, tan fuertemente que se podía ver que algunas partes ya se habían roto.
Curioso, Sid extendió sus brazos para ver la carta. Al hacerlo, no se olvidó de darle a su hermana algunas advertencias para evitar que la castigaran —No deberías correr por los pasillos y gritar. Sabes que a la tía le molesta el ruido.
—¡Mamá murió!
—¿Qué?
Las cejas de Sid se fruncieron y se contuvo de reaccionar demasiado fuerte. Solamente miró la carta en su mano y cuidadosamente leyó el contenido.