—Ooohhhh... esposo no quería hacerlo tan rápido... pero yo, yo no pude resistirme...
Nancy no esperaba sentir vergüenza de haberse corrido tan rápido.
No había sido tan rápida antes...
Ooohhhh qué humillante.
Gimoteaba con sus grandes ojos llorosos, sus ojos claros como los de un cervatillo hacían que Miguel no pudiera evitar darle lo mejor del mundo.
—No te contengas si no puedes evitarlo. —La voz baja y ronca de Miguel resonó en su oído—. Déjalo salir todo, no importa si ahogas a tu esposo... Sé buena... Orgasmea a tu gusto bajo tu esposo...
Antes de que las palabras del hombre terminaran, el glande perforó la estrecha ranura en las profundidades de una vez, donde estaba la parte más profunda de la cueva.
Esa pequeña carne blanda, en el momento del contacto se apretará alrededor de su glande, el agua lasciva caliente incluso parece apuntar a sus ojos de caballo, cayendo sobre su cabeza.