—Miguel... hermano hermano me equivoqué mmmm... ah ah se viene otra vez ah otra vez... —balbuceó Nancy.
La carne desnuda se apareaba sin conocimiento de contención.
Al final del día, la joven había perdido casi todas sus fuerzas, luchando por mantener su cordura confusa, aceptando caóticamente y con avidez eyaculación tras eyaculación...
Su estómago estaba hinchado como el de una mujer en su tercer trimestre de embarazo, y estaba lleno del semen de Miguel.
En ese preciso momento, el pene de Miguel todavía estaba atascado dentro, bloqueando la abertura del agujero para mantener el agua lasciva adentro sin que fluyera hacia afuera.
Él solo quería que esta pequeña zorra se fuera a dormir comiendo su semen, ¡incluso en sus sueños solo podía comer su semen!
Después de otro orgasmo, las piernas de Nancy cedieron y ella cayó.
Su cuerpo desnudo simplemente cayó en los brazos de Miguel.