—Está bien, cuñada, respeta tu idea, solo debes protegerte ¿vale?
—Mm no.
Mirelia asintió con fuerza, aún sabía esto, qué debía hacer y qué no, lo tenía todo en su corazón.
—¡Cuñada, eres la mejor!
Mirelia había decidido desde el primer momento en que conoció a Nancy que ella era la candidata celestialmente elegida para ser su cuñada.
Por ninguna otra razón que nunca había visto a ese bastardo Miguel comportarse como un perro lamebotas sin valor frente a nadie.
Mirelia sintió un escalofrío desagradable al pensar en el estilo de ese perro en cuanto a relaciones, ¡puaj... Zorra Contraria... Bah... Han Contrario, ¡vergonzoso!
Mientras conversaban, el tema cambió a la fertilidad.
—Cuñada, ¿cuándo me vas a dar una sobrinita?
Nancy no se inmutaba lo más mínimo por esto.
—No hay prisa, es cuestión del destino, llegará naturalmente cuando sea el momento.
Sumando, no había estado enamorada de Miguel durante bastante tiempo y no sabía qué retendría él esta vez.