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Desde ese día, Nancy se había deprimido y no podía interesarse por nada.
Pero aunque emocionalmente no estaba bien, nunca volvió a tener problemas físicos.
La mala suerte que había tenido antes parecía desaparecer como por arte de magia y la dejaba.
Seraphina se fijó en todos los cambios en ella y se convenció aún más de la verdad de lo que el gurú que su madre había visitado había dicho.
Parecía que realmente era beneficioso para ellas estar separadas.
Era solo la pobre Nancy.
Seraphina observaba cómo su hermana se debilitaba día a día, pero no había nada que pudiera hacer al respecto.
No era que Nancy no hubiera pensado en volver con Miguel para preguntarle qué estaba pasando, pero temía que cuando regresara a casa, lo único que vería sería a otra mujer en su habitación usando su ropa, viviendo en su cuarto y poseyendo a su esposo al mismo tiempo.
Eso era lo último que podía aceptar.
Todavía están casados...
¡Cierto!