Al caer el crepúsculo, las rejas de hierro del Orfanato se cerraron herméticamente, como si custodiaran secretos insondables. Afuera, un grupo de cuatro o cinco figuras vestidas con uniformes grises y cascos negros apareció silenciosamente, mirando a través de prismáticos el mundo dentro de las rejas de hierro.
—Capitán, ¿aún no han hecho su movimiento? —susurró uno de ellos, su voz cargada de una tensión indescriptible.
—Los guardaespaldas no son permitidos en el banquete. El capitán tiene que colarse con ese montón de guardaespaldas —respondió otro, su tono teñido de resignación.
—¿No infiltró el capitán Luminous Entertainment la última vez para reclutar nuevos talentos? ¿Por qué terminar de vuelta aquí? —murmuró alguien, perplejo.
—Se dice que el tipo solía ser del Orfanato Const. Probablemente quería volver a echar un vistazo y terminó atrapado —explicó otro.