El coche se estacionó frente a un edificio grande y de aspecto antiguo. Desde fuera, parecía un almacén común, pero el hedor era insoportable, especialmente para la nariz sensible de Gastone.
—Ya llegamos —dijo Daniel al apagar el coche. Abrió la puerta e inmediatamente corrió hacia el lado de Gastone, quien ya tenía un pie en el suelo.
—No es necesario —Gastone levantó los brazos para detener a Daniel de tratarlo como a una princesa.
—Jaja, solo hago lo mejor por mis amigos —explicó Daniel con una risita. Sin embargo, él fue quien cerró la puerta detrás de él.
Gastone miró el edificio con un profundo suspiro, preparándose para lo que presenciaría.
—No tengas miedo. Esto es negocio y como buen amigo tuyo, no te dejaré ver la parte macabra. Solo los productos finos —explicó Daniel mientras hacía un gesto para que Gastone lo siguiera.
Se abrió la puerta y salió un hombre con traje de plástico. Su ropa estaba llena de sangre salpicada en la parte inferior.