Gastone giró a la derecha hacia donde estaba ubicada la calle de Lucía. Se detuvo en la entrada de su floristería y esperó hasta que ella estuviera lista para salir.
—¿Estás bien? —preguntó Gastone al ver lo pálida que estaba Lucía.
—S-sí —respondió Lucía con un suspiro pesado—. Quería quedarse al lado de Gastone por más tiempo ya que eso le ayudaba a olvidar sus problemas.
Gastone sonrió. —Si me necesitas, sabrás dónde encontrarme —afirmó para asegurarle a Lucía que estaría allí para ella.
—Vale —rió Lucía con ternura—. Se sentía bien saber que alguien estaba de su lado.
Cuando Lucía se acercó a la puerta, Gastone la detuvo. Tocó su mano suavemente para indicar sus intenciones.
—Espera aquí —susurró Gastone antes de salir de su coche y dirigirse al lado de Lucía, abriendo la puerta para ella.
Lucía levantó una ceja ante el gesto tierno de Gastone hacia ella. Bajó del coche y lo enfrentó tímidamente. —Gracias por hoy —murmuró.