Draco cruzó los brazos y lanzó una mirada furiosa al hombre que tenía delante. Utilizaba su cuerpo como una barrera para impedir cualquier entrada a la puerta.
—¿Por qué estás aquí, Señor Fabio? —Draco apretó los dientes con molestia. No esperaba que Fabio apareciera pocos días después de que Rosina diera a luz.
—Ah, Su Majestad. Estoy aquí para traer regalos a Su Majestad en celebración de su parto —Fabio respondió y mostró una caja llena de chocolates, algunos incluso tenían corazones en ellos.
—Mi esposa no está recibiendo visitas ya que está amamantando a nuestro hijo —Draco explicó y pensó que Fabio se iría, pero fue todo lo contrario.
—Ah, entonces ¿puedo hablar con Su Majestad durante su tiempo de descanso? —Fasbio preguntó con una amplia sonrisa, esperando que Draco accediera.