Gastone despertó y se dio cuenta de que era tarde en la tarde. Se había quedado dormido después de llegar y sintió cómo su cuerpo recuperaba fuerzas.
—Debería tomar un baño —murmuró Gastone y se sentó. Se frotó los ojos e inconscientemente buscó los pañuelos usados al lado de su cama, pero ya no estaban allí, para su sorpresa.
—Eh, ¿dónde se fueron? —murmuró Gastone confundido y echó un vistazo a su papelera, que parecía tener menos pañuelos dentro.
Gastone frunció el ceño e intentó recordar si había tirado su basura, pero nada.
—Ah, tal vez simplemente lo olvidé —se encogió de hombros Gastone. Estaba a punto de ducharse cuando olió el leve perfume de Lucía. Se detuvo y olfateó a su alrededor, pero el aroma se desvaneció más rápido de lo que pudo seguir.
Gastone se volvió más confundido, pero cuanto más lo pensaba, menos sentido tenía. Así que se fue a duchar y vestirse, ya que quería dar una corta carrera al bosque.