Al día siguiente, Lucía se despertó con dolor en todo el cuerpo. Se sentó y de inmediato se —rompió la espalda, lo que hizo que cayera de nuevo en la cama.
—Ugh, ¿qué pasó anoche? —exclamó Lucía y se frotó las sienes. Se sentía como si la hubieran lanzado desde la montaña más alta, destrozando su cuerpo.
Un golpe en la puerta captó la atención de Lucía.
—Adelante —gritó y se posicionó decentemente.
Gastone entró en la habitación con una bandeja llena de comida. La colocó al lado de Lucía como su desayuno.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Gastone preocupado y alcanzó la frente de Lucía, pero ella lo esquivó.
—E-Estoy bien —respondió Lucía y se alejó para crear distancia de Gastone. Miró la bandeja e instantáneamente se le hizo agua la boca.
El plato consistía en huevos, tocino, pan de queso y una taza de leche caliente.
—¿Esto es mío? —preguntó Lucía tímidamente, pero sus ojos brillaban con el deseo de saborearlos.