Habían pasado dos días desde que Felicia había llegado a su nueva casa temporal. Ella había observado los movimientos y horarios de Vinicio e Idola mientras actuaba con normalidad.
Actualmente, Felicia estaba almorzando en la cocina, e Idola le servía la comida. Miró a su sirvienta, quien sonreía mientras la veía comer. También había notado que Idola la seguía a dondequiera que iba, incluso si ella iba a cagar.
«¿Me está espiando?», pensó Felicia mientras comía un trozo de carne. Sus ojos se deslizaron hacia la ventana donde se veía el cuerpo de Vinicio custodiando la puerta.
Estaban en una zona remota donde las casas estaban distantes unas de otras. El lugar estaba rodeado de plantas y la brisa era agradable. Era un lugar tranquilo para quedarse y disfrutar, pero era bastante aburrido si te gustaba la vida de la ciudad.
—¿Hay algo que necesite, Mi Dama? —preguntó Idola y dio un paso adelante al ver a Felicia mirando al vacío.