Vanda frunció los labios ante lo que dijo Rosina. Pensó que Draco era el padre del niño.
—Vaya, umm, no esperaba que tuvieras ese tipo de problema. ¿Te acuerdas de los hombres con los que te metiste antes? —preguntó Vanda mientras se sentaba derecha y pensaba en el problema.
—Esa es la crisis. No sé —Rosina negó con la cabeza apesadumbrada—. No sé qué hacer si este niño no es del semen de Draco —añadió.
—¿Te preocupa que lo que experimentaste con Cleto le ocurra a tu hijo una vez que nazca? —planteó Vanda, a lo que Rosina asintió.
—Sí, por eso no quiero estar cerca de Draco hasta que pueda verificar la sangre del niño —respondió Rosina acariciando su vientre.
—Entiendo, pero ya no puedes esconderlo más. Creo que sería mejor que le dijeras la verdad. Si acepta al bebé o no, dependerá de él —sugirió Vanda y atrajo a Rosina hacia ella—. Sé que tienes miedo de esto, pero ten fe en tu pareja —añadió.