Al día siguiente, Rosina observó a los hombres trabajando lo mejor que podían para crear armaduras de metal que los protegieran. Sorbía su leche caliente y suspiró satisfecha.
—¿Rosina? —la llamó una voz familiar.
Rosina se giró y vio a Natale acercarse. Detrás de ella estaba Silvio, quien hizo una reverencia en señal de respeto.
—¿Qué sucede? —preguntó Rosina con los ojos entrecerrados. Sabía que Natale se había aislado en la oscuridad mientras lloraba cada hora.
—Vine a verte —respondió Natale y miró a Silvio.
—Silvio, déjanos solas un rato —dijo Rosina, a lo que Silvio obedeció y salió de la habitación.
—¿Hay algo mal? —preguntó Rosina y volvió a mirar por la ventana.
—Draco habló conmigo sobre su plan. ¿Te quedarás aquí en la manada? —preguntó Natale esperanzada.
—No, volveré a la 13.ª manada. Tú te quedarás aquí con Silvio para guardar la 12th pack —respondió Rosina con indiferencia.