Rosina observó cómo Silvio agarraba a Natale, alejándola de Cleto. Natale lloraba y se debatía porque no quería estar lejos de su marido.
—¿Estás bien? —preguntó Draco y agarró a Rosina por la cintura, atrayéndola hacia él.
Rosina asintió en respuesta. No podía apartar sus ojos de Natale. En el fondo, temía llegar a ser como su madre.
—Está bien —dijo Draco apretó ligeramente la cintura de Rosina antes de caminar hacia el cuerpo de Cleto y cubrirlo con un paño blanco.
Draco y Silvio llegaron a la escena después de quince minutos. Siguieron el enlace mental de Rosina y su olor cuando se acercaron.
Silvio también había estado buscando a Natale en el bosque del Norte después de que ella se escapara cuando él fue a buscarle agua.
—Silvio, trae a mi madre de vuelta a la casa de la manada y asegúrate de que no se escape a ningún otro lado —dijo Rosina con firmeza, pero su voz era áspera. No se molestó en mirar a Natale, quien no estaba de acuerdo con su decisión.