—3, 2, 1… 0 —susurró Rosina y miró con un ojo. Cuando confirmó que no había nadie alrededor, se sentó y estiró sus músculos doloridos.
Rosina se levantó de la cama y tocó su cabello cortado. De alguna manera, extrañaba el largo cabello que había cortado antes.
—Necesito irme —susurró Rosina y estaba a punto de correr cuando olió el aroma de otro lobo. Se apresuró a volver a la cama y abrió la tapa del carro como si estuviera a punto de comer.
Una loba apareció vestida de blanco. Cuando vio a Rosina, sus ojos se agrandaron y corrió hacia ella.
—¡Su Alteza! —la loba la saludó con una reverencia.
—Hola —Rosina la miró y percibió su aura, que mostraba sumisión.
—Ah... Soy Elina, una Theta —se presentó ella tímidamente manteniendo la cabeza baja.
—Elina, qué nombre tan bonito —afirmó Rosina y miró hacia el carro donde estaba colocada la sopa de huevo, todavía caliente.