Natale soltó el montón de ropa que llevaba cuando vio asomar la cabeza de Rosina fuera del agujero. Se tapó la boca con las manos para evitar gritar de la impresión.
Rosina miró a Natale unos segundos mientras pensaba en su siguiente movimiento. Se levantó del portal y se enfrentó a su madre.
—Hola, ¿cómo estás? —declaró Rosina y se acercó a Natale.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Natale confundida y miró el portal que se cerró justo frente a sus ojos.
—¿Eso? —preguntó Rosina y señaló hacia donde había estado el portal, que ya estaba cerrado.
—¡Sí! ¡Saliste de la nada! —exclamó Natale y retrocedió cuando vio brillar el ojo izquierdo de Rosina; su expresión facial era aterradora.
—Sí, porque puedo —se encogió de hombros Rosina y notó que Natale la miraba como si fuera un monstruo. Eso hirió un poco los sentimientos de Rosina, pero lo ignoró.