Rosina se levantó instantáneamente de la bañera debido a la sorpresa. La bata de noche que llevaba se pegaba en su cuerpo como una segunda piel y abrazaba sus curvas.
Los ojos de Draco observaban el cuerpo de Rosina con asombro, especialmente porque sus pezones endurecidos eran visibles en la fina tela.
—¿Qué estás haciendo? ¡Puedes tomar un baño allá! —Rosina señaló el lugar donde uno puede sentarse en un taburete y bañarse usando un cazo.
—Pero no quiero —Draco puso morritos y se quedó en su sitio, incluso se recostó para mostrar que estaba suficientemente cómodo—. ¿Te molesto?
Los labios de Rosina temblaron, y su orgullo no le permitía retroceder. Volvió a sentarse en la bañera y se abrazó, ya que las piernas de Draco ocupaban la mayor parte del espacio en la bañera.
—Estamos apretados aquí —murmuró Rosina y miró los musculosos muslos de Draco, que tenían varias cicatrices visibles, a diferencia de su cuerpo superior, donde su piel era lisa.